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EL PAPEL DE ESPAÑA EN EL MUNDO

“Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido. El día que deje de intentarlo, volverá a ser la vanguardia del mundo.”

Otto von Bismarck, el “Canciller de Hierro”.

 

Vivimos en un mundo interconectado donde las respuestas y los foros de participación en la toma de decisiones son, cada vez, más globales. Precisamente son los asuntos exteriores los que, por su propia condición, tienen menor probabilidad de ser controlados, o ni siquiera influidos, por una potencia media como España. Por supuesto, no debe subestimarse la capacidad que tiene el país para dar forma a la política mundial desde su asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (que mantendrá hasta finales de año), su estatus de quinto Estado miembro de la Unión Europea, su participación en el G20 o su relevante presencia en el espacio latinoamericano y mediterráneo. Pero, eso tampoco puede llevarnos a pensar que se puede aspirar a manejar los desafíos mundiales, ni las amenazas y riesgos que nos afectan desde una capital nacional.

 

Sin olvidar en ningún caso los retos de carácter interno que afronta actualmente España, el escenario internacional acapara buena parte de la atención. Basta con mencionar la profundidad de la crisis económica en la que seguimos sumidos, el debilitamiento del proyecto europeísta, la crisis de refugiados, el cambio climático o el terrorismo yihadista, para entender la necesidad de aunar esfuerzos multidimensionales y multilaterales, en la medida en que ningún estado nacional dispone hoy de medios suficientes para hacerles frente con ciertas garantías de éxito. El potencial de España para contribuir con ciertas dosis de ambición a la gobernabilidad que se está formando para responder a ese tipo de problemas es probablemente uno de los principales desafíos inminentes.

 

La reputación y la confianza en un país son dos caras de la misma moneda. España cuenta con la capacidad suficiente para convertirse en un actor importante en esa globalización (en su condición de decimoprimera potencia mundial en lo que a presencia global se refiere). Depende de España, de su voluntad y de un ejercicio de compromiso y responsabilidad para con el resto del mundo encontrar su lugar en el complejo rompecabezas conformado por casi 200 Estados.

 

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